Posiblemente sea la frase que más veces escuchamos las
personas sobre la política de este país. Acompañada de que la política es sinónimo
de corrupción y de que toda persona que participa en política termina convirtiéndose
en lo mismo.
Pero todo esto no es de a gratis, es resultado de un largo proceso
que la clase política de nuestro país ha puesto en marcha para hacernos creer
que ellas o ellos los políticos “profesionales” son los únicos que tiene derecho
a ejercer la política y ocupar espacios en las instituciones. A sido grande el
esfuerzo que han puesto para alejar la política de la gran mayoría de personas,
de decirnos que las cosas tienen que ser así porque no hay otra manera de hacer
las cosas y de hacernos la vida cada vez más difícil con largas jornadas de
trabajo y con doble turno para poder llevar comida a la casa, logrando que lo último
en lo que quiera pensar la gente es en política y como esta les afecta en su día
a día, y ni hablemos de poder participar en ella.
Durante mucho tiempo ese fue el efecto que habían logrado. Hoy
las cosas están cambiando, el actuar tan descarado de quienes nos gobiernan ha
despertado la indignación y malestar de una generación, que está decidiendo
caminar de la apatía, desilusión y tristeza hacia la emoción, los sueños y
sobre todo, acciones que nos lleven a recuperar la política, la democracia y el
país.
Nos rebelamos al cuento de los imposibles, a las miles de
veces que nos han dicho que nada cambiará, nos rebelamos a pensar en que las
cosas llegaran desde lo individual si uno cambia, nos hartamos de que nos digan
cómo tienen que ser las cosas y estamos tomando la responsabilidad en nuestras
manos.
No estamos solas o solos, somos muchas las personas que
pensamos en que un cambio es necesario, las que sabemos que es lo que está mal
y que queremos cambiar. Somos muchas y nos estamos encontrando. Seguramente nos
dirán que estamos locas o locos, pero digámosles que desde aquí, desde la
fiesta de lo colectivo y con nuestra cuerda locura hemos empezado a trabajar
para que los imposibles sean solo una opinión.
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